Saturday, March 2, 2013

Comienzo



En los últimos meses encuentro difícil pensar en comienzos sin pensar en finales.

Cuando un problema acaba, otro empieza. Quizá no para uno mismo, pero para otra persona. Cuando abres las cortinas por la mañana y encuentras el sol, en algunos sitios cae la sombra. Algunos descubren lo que es dar vida el mismo día que otros encuentran la muerte.
Y si ambas cosas ocurren siempre simultáneamente, ¿qué debemos celebrar?

Por un lado, empezamos el día sabiendo que acabará, pasará, y quedará en el olvido. Te planteas empezar una relación con alguien especial por que puede que acabe y, seguramente, por como funciona la sociedad últimamente, va a acabar y vas a querer que acabe hasta que dentro de unos años mires para atrás y pienses por qué lo hiciste tan mal. Y esta pregunta no se queda en tu vida amorosa. 

Llega un día que piensas por qué no empezaste a hacer un trabajo que no te convencía y por qué no lo dejaste antes. Por qué compraste ese sofá si había uno más barato. Cómo se te ocurrió comprarte un coche si querías otro. ¿Deberías haber emigrado a otro país en busca del éxito? Si no hubieses comprado tal cosa, ahora conservarías ese dinero que te hace tanta falta...



Todo ello comenzó y acabo y te cuestionas si fue lo correcto porque se te ha olvidado el motivo por el que lo hiciste o, en 
realidad, es que te acuerdas del motivo y sabes que no era el correcto. Pero lo que sí que se te olvida es que ERA TÚ RAZÓN. La tomaste. Ahora quédatela y no te culpes: si te gustó, bien; si no te gusto, no la vuelvas a tomar. Pero nunca decidas no volver a tomar decisiones. Porque la vida es eso. Son decisiones que tomas y se encuentras con decisiones y eso es lo que te lleva a otras. Imagina que tomas una decisión y acaba donde empieza... ¿Qué sentido tiene? ¿Cómo vas a tomar otra? Casi que tomar una decisión nueva se debe a que la anterior no ocurrió como planeaste, porque si salió bien se habría cerrado el caso y vivirías en un eterno ¿ahora qué?

Y si llegas al ahora qué... ¿has acabado?, ¿es un comienzo? Es lo que tú quieras que sea hasta que la vida te diga que acabaste. Pero no olvides que lo tendrá que decir la vida. La única decisión que no debes tomar es la de acabar porque nunca volverás la cabeza hacia atrás y dirás “uy, esta decisión no fue la acertada”, pero vas a dejar a un gran número de personas repitiéndose esa frase durante esas vidas a las que ellos no van a poner fin.
Recuerda siempre por qué actúas, por qué actuaste. Recuerda que puedes cambiar todo lo que te desagrada menos una cosa. Porque todo es comienzo y final simultáneo pero si acaba tu vida no empiezas tú una de nuevo.Yo aquí dejo constancia de un lugar donde muchos perdieron la vida y a donde otros muchos, actualmente, acuden porque les da la vida. 


Friday, November 16, 2012

Sunday, November 4, 2012

Entrevistas UNAV


Estudiante

Javier Muruzábal Cuevas

¿Por qué decidiste estudiar en Audiovisuales?

Hice el previo para periodismo por si acaso porque tenía pensado irme a Madrid a
estudiar filología inglesa. Más adelante fuimos de visita a FCOM con el colegio y nos
explicaron en qué consistían las tres carreras y las diferencias entre ellas, me llamó la
atención Comunicación Audiovisual y al salir le llamé a mi madre para decirle que me
quedaba a estudiar en Pamplona.


¿Qué pondrías y qué quitarías de la carrera? ¿Y en el edificio?

Quitaría sin duda algunas asignaturas, sobre todo de primero y segundo que son de
relleno. Están muy bien, pero no están orientadas al futuro profesional de la carrera. En
el edificio pondría una máquina de palomitas, vemos bastantes películas y estaría genial
verlas mientras comes tus palomitas.



¿Qué es lo que más te gusta?
La cantidad de gente distinta y original que puedes encontrar en el edificio.

¿Dónde te ves cuando acabes los estudios? 

No me gusta pensar en eso, prefiero vivir el día a día y mañana Dios dirá. Pero vamos
me encantaría tener la idea de una serie de éxito o presentar programas de televisión.




¿Cuál ha sido tu asignatura favorita hasta ahora?

Me gusta mucho Gestión de contenidos con Enrique Guerrero y también Guión de
ficción con Ruth Gutiérrez. Son mis dos asignaturas favoritas hasta el momento.


Si pudieses volver atrás, ¿cambiarías de estudios?

Me lo he planteado más de una vez, pero definitivamente no, no me veo estudiando otra
cosa distinta.


¿Algún comentario aparte?
No, no. Gracias








Empleado

Javier Abad


¿Cuántos años llevas trabajando aquí?
Empecé a trabajar en la Universidad de Navarra en octubre del año 2008. Así que llevo cuatro años ejerciendo de bedel.

¿Qué es lo mejor de este trabajo?¿Y lo peor?

Lo mejor es la oportunidad de conocer siempre a gente nueva y que no es un trabajo muy pesado. Lo peor es que hay días en los que la universidad está vacía y no se tiene mucho que hacer y puedes llegar a aburrirte. Otra de las cosas malas es que al ser el que está en la puerta te puedes poner malo con tanta corriente que entra y sale: por los cambios de temperatura y demás. Luego que los alumnos y profesores pueden pasar de ti por completo y tratarte muy mal, pero en general la gente es muy amable y da gusto trabajar aquí.


¿Cómo es la relación con los compañeros?


Con mis compañeros de trabajo suele ser bastante buena la relación, aunque tanto roce puede desgastar y hacer que se creen tensiones pero en general muy buena. Tienen mucha paciencia conmigo porque al estar estudiando a la vez, muchas veces me tienen que cubrir para ir a exámenes y demás prácticas obligatorias. Antes, al estar en FCOM, no causaba tanto trasiego y ahora me siento algo más culpable, he llegado a plantearme seriamente el dejar de estudiar. Luego con mis compañeros de clase, aún mejor, me siento bastante cómodo con la clase en la que estoy: son muy buena gente. Espero que ellas sientan lo mismo que yo.


¿Qué es lo más subrealista/curioso que te ha pasado?

Bueno surrealista que alguna persona se haya metido donde no le llaman y me ha llegado a poner en el candelero, diciendo mentiras de mi y calumniándome cuando no tenía que haber sido así, pero hay que ser comprensivo. La mayoría de la gente es muy maja, pero hay gente que tiene problemas y los paga contigo, me han llegado a echar en cara que trabajo demasiado... Lo más curioso fue la grabación del Lipdub y algún que otro golpe de algún alumno o alumna con los tornos. Una vez una chica dio una voltereta, sin querer, para entrar en el edificio y dio con el culo en el suelo. Tengo mil anécdotas que contar.


¿Alguna vez viene algún alumno pediendo que le eches un cable para una entrega, etc?

Muchas veces, he corregido prácticas, he colaborado en grabaciones... He llegado a hacer trabajos completos de alumnos, pero bueno siempre se hace lo que se puede por ayudar a los demás. Sé que no es mi labor, pero para eso estamos. Si alguien te pide ayuda, ¿por qué denegársela? Me gusta sentirme útil y que la gente se sienta bien.


¿Alguna vez te ha tocado abrir el edificio y te has quedado dormido? ¿Alguna vez has cerrado mucho más tarde de la hora?

Sí, pero eso como a todos me imagino. ¿A quién no se le ha pasado nunca la hora? Soy bastante despistado en ese tipo de cosas. Y al cerrar el edificio muchísimas veces me tengo que quedar más tiempo del que debiera, pero eso no lo tienen en cuenta. Si haces algo bueno, es tu trabajo. Si haces algo malo...


¿Algún comentario o algo que quieras añadir?
Muchas veces nos tratan como si fuésemos un mero mueble del edificio, pero somos personas que, como todos, tenemos nuestros problemas y nuestras cosas. Si la gente pusiese un poco de esfuerzo y dejase de mirar su propio ombligo, todos estaríamos mucho más contentos, de eso no me cabe la menor duda.

Thursday, October 11, 2012

Bob Esponja




                                                                    Ingredientes
                                                                                    4 huevos
                                                                                    250 gr. de azúcar
                                                                                    300 gr. de harina
                                                                                    1 sobre de levadura 
                                                                                   150 ml. de leche
                                                                                  100 ml. de aceite
 Ralladura o yogur de limón (opcional)
3 tabletas de 75 gr. (cada una) de chocolate blanco
1 tableta de 75 gr. de chocolate con leche
4 cucharadas soperas de helado de vainilla
100 gr. de Lacasitos® 
2 Tigretones® 
24 Oreo® 
Mantequilla
Fondant Amarilla
2 gominolas azules
Azúcar Glas





 Preparación
Se pre-calienta el horno a 180º. 
En un cuento grande,se echan los huevos, una cucharada sopera de mantequilla tibia, el azúcar y se bate (con manilla y no con batidora).Se añade el aceite y la ralladura o el yogur de (limón si decidimos ponerlo), se vuelve a batir y se añade la harina, tras la cual se bate una vez más.  
Engrasamos dos moldes con la mantequilla y esparcimos un poco de harina para poder desmoldarlo mejor a posteriori. Vertemos en el molde la mitad de la mezcla.
Ahora, en un plato a parte, partimos 2 de las 3 tabletas de chocolate blanco y las calentamos durante 45-50 segundos en el microondas. Comprobamos que esté bien fundido todo antes de añadirlo a la mitad de la mezcla que queda en el cuenco. Se bate por última vez y se añade la mezcla al molde.
Se mete en el horno a 180º en media altura durante 30 minutos. (Si se empieza a tostar por arriba pero no está hecho por dentro, tapar la superficie con papel de plata)


 Mientras pasan los 30 minutos, con la batidora o mortero, troceamos las Oreo®, le añadimos el helado de vainilla y se bate. Abrimos la fondant y (poniendo harina en la encimera para que no se pegue), la extendemos con el rodillo.
Antes de sacarlo del horno, se clava un cuchillo o tenedor. Si sale limpio, se apaga el horno; si aún mancha, mantener unos minutos más. Cuando esté hecho, lo sacamos del horno y esperamos a que se enfríe para desmoldarlo. 




 Decoración

En la bandeja donde se vaya a servir, se extiende en forma rectangular la masa de galleta Oreo® y se esparcen los Lacasitos®  por la superficie. 
Lo desmoldamos encima de la base de galleta Oreo® y Lacasitos®  y recortamos el bizcocho según la forma rectangular de la base. Se echa como una mini-sábana la fondant por encima. Ahora, en un plato a parte, se derrite la tableta de chocolate blanco que queda con la de chocolate con leche y se vuelven a derretir en el microondas durante 45-50 segundos. Se mezcla y se esparce imitando el pantalón de nuestro personaje, Bob Esponja, por uno de los extremos del rectángulo (sin gastar toda la mezcla). Dando forma a la fondant (se amolda como plastilina) se añaden la nariz, las manos y las piernas y ponemos los Tigretones®  a modo de zapatos.
Ahora, con una manga pastelera (o una bolsa de plástico pequeña agujereada por un extremo) se esparte el azúcar glas para dar forma a los ojos y los dientes del personaje y con la misma técnica, y usando el chocolate fundido restante (si se ha acabo usa Nocilla®  derretida o sirope),  repasa el contorno de los ojos y dibuja la sonrisa.



Ahora se llama a 10 amigos (mínimo) y, por mucho que cueste hacerlo y muy mono que quede, se comen a Bob Esponja.






Cristina


Sunday, October 7, 2012

Aquí andamos, de lunes un SÁBADO

   6:36 de un sábado. Sí, señor, sábado... La alarma del ipod suena y la luz de la pantalla ilumina el cuarto. Abro los ojos y lo primero que veo es la estantería que hay en frente de mi cama... Está hecha un desastre, pero a pesar de ser sábado, no voy a tener tiempo de ordenarla. "Ni ganas" me admito a mí misma. Me giro y cojo el maldito ipod. Me deslumbra y lo apago. Me acurruco otra vez, pero como me conozco, la segunda alarma suena 10 minutos después. 
   Enciendo la luz, veo que una de las sábanas se me ha caído por la noche y me levanto por el lado derecho de la cama. Miro a la puerta, al rincón de la puerta, y me asombro de la cantidad de desorden que soy capaz de crear: dos mochilas, la papelera sin tapar, otros dos bolsos, un pañuelo arrugado en el pomo de la puerta, tres jerseys y un pantalón que no recuerdo haberme puesto, el cargador de la consola y las zapatillas que usé el martes.
  Me levanto y voy al baño. Me miro al espejo y aplaudo mis ojeras. "Los canguros tienen una bolsa en la barriga y tú dos debajo de los ojos, ¿quién es el rey ahora?" me digo, "bonita estampa estás hecha".
  Salgo del baño y no veo nada. Todo está oscuro. ¿Por qué?: Porque es sábado, es temprano y la gente un sábado temprano DUERME. 
  Me resigno, voy a mi leonera y busco algo de ropa que, por casualidad y como hito histórico, esté en el armario y no en el suelo. El armario está ordenado, salvo los estantes de abajo, los denominados "lasmierdasaquí". Consigo ropa decente y vuelvo al espejo del baño. Ya parezco humana. Me peino. Miro la hora y veo que mi vagancia mañanera me ha costado no tener tiempo para desayunar. Robo una manzana del frutero, tortilla de la cena de ayer y arroz del chino del mediodía. Mi mochila parece el almacén de Doreamon. 
  Mi madre se desvela y me llama. Aparezco por el marco de su puerta en plan "llego tarde". La veo recostada como una faraona. Es tan natural que parece que haya ensayado toda su vida la pose. 
Me recuerda la comida. Me despido y me voy.
  A continuación, en la plaza veo los puestos del mercado de todos los sábados. Me siento en la parada del bus mientras miro. El encuadre es horroroso ya que algún iluminado decidió plantar un pino en medio de la plaza. Solo alcanzo a ver una furgoneta, la trastienda del puesto de aceitunas y el pino.  Cuando llega el bus y me monto, mi punto de vista cambia continuamente. Veo los edificios en construcción, la carretera, el acueducto de Noain, la calle principal de este mismo pueblo, el aeropuerto, la Morea, los concesionarios, Diario de Navarra, el Sadar de refilón, la universidad pública, veo gente dentro del bus, gente fuera que mira al bus, gente que no mira, veo que llego a mi parada y me bajo. 
  Atravesando la Milagrosa, veo que las casas son ya viejas y ninguna realmente destaca en belleza. Llego a Iturrama después de subir las rampas. Y de Iturrama llego a la universidad. Sí, porque el sábado también tengo clase. Cuando estoy atravesando el parking, veo lo tremendamente fotografiable que es el edificio de Fcom, pero hoy no me hace demasiada gracia entrar. Aún así, entro. Veo a uno de mis compañeros, está guapo, y subimos a las aulas de desarrollo. 
  Allí nos esperan tres horas de desesperarnos. Tres horas son demasiado tiempo para una sala de cuatro esquinas y una mesa. Me canso de mirar todos los ángulos y me alegro de que por fin nos vayamos. 
  Tengo tres horas libres y decido abandonar la intención de pasármelas mirando el techo de la biblioteca. Subo a Iturrama, me encamino a La Ciudadela, donde las fotos de vuelve mucho mejores y bonitas, encuadro mentalmente a personas que han salido a pasear, en su mayoría ancianos, y cojo el camino para llegar a autobuses. Cuando llego, me paro un momento e intento encuadrar la estatua de Yanguas y Miranda.
  Acabo paseando hasta el Casco Antiguo, que, fruto de meados y fiesta, tampoco aporta mucha belleza. Llego al Aquavox, donde la vista a a volver a ser increíblemente sosa, ya que las únicas opciones son las cortinas, las máquinas de musculación o los tejados de las casas, donde parece que no vive nadie porque nadie se asoma. Si yo viviese delante de un gimnasio, me asomaría a cada tanto con una tarrina enorme de helado y me la comería muy expresivamente delante de los gorditos, pero esto es solo una teoría. 
Salgo, y corro a la calle Irache 34 porque tengo que estar allí antes de las 14:30, por lo que ni miro el paisaje ni fotografío nada. Pero tengo la sensación de que el camino de la cárcel, por donde paso, tiene unos buenos encuadres. 
  Llego a tiempo y veo lo aburrida que va a ser mi tarde. Un compañero me da varios papeles con cuadrícula. Durante las próximas siete horas y media lo único que voy a tener delante de mis ojos son papeles cuadrículados, un boli, un ascensor intraurbano y muchos desconocidos a quienes tengo que apuntar si se suben en el ascensor. 
  Me las paso así hasta ñas 16:00, cuando llega una amiga y me hace el trabajo más ameno. Mi paisaje ahora incluye otro punto de interés y empezamos a movernos al rededor del ascensor sin perderlo de vista. A las 18:44 llega una compañera a darme un descanso y, a la vez, llega otra amiga más. Empezamos a pasear por la zona sin alejarnos mucho porque solo puedo descansar 30 minutos. La zona tampoco es demasiado bonita. Edificios como los de la Milagrosa y gente de tercera edad. 
  Volvemos al ascensor y las cosas siguen igual hasta un par de horas después. Anochece y el ascensor y las farolas se encienden.   La perspectiva cambia. No sé si esto va en favor o en contra del barrio, pero gana cuando se queda a oscuras. 
  Por fin pasa algo interesante cuando un grupo de adolescentes empiezan a gritarse. Justo estábamos comentando si realmente eran suficiente mayores para que una pareja estuviese dándose los besos que se daba, cuando otra chica entró a recriminarles. Empecé a retransmitir lo que sucedía como un periodista hasta que el grupo aumentó hasta cerca de 30 niños. Empezaron a pegarse y mi amiga llamó a la policía. Antes de que llegasen ya se había diluido el jaleo y solo quedaba un grupo comentando la jugada. Con los policías delante, no me atreví a sacar ni media cámara. Resulta que los adolescentes no pasaban los 13 años. Mis amigas y yo estamos un rato comentando como está la juventud de hoy día, como si fuésemos ancianitas. 
  Estamos un rato más sin sacar la cámara y realizando sólo la contabilización de personas que usan el ascensor hasta que, incluso mi compañía, se cansa de mi trabajo y se va a tiempo de que lleguen otras dos amigas. Estas dos, mucho más motivadas, empiezan a contar ellas mismas quien viene o se va en ascensor o lo usan ellas y me instan a apuntarles. Empiezo a sacar fotos de ellas yendo y viniendo por la pasarela hasta que se cansan y una se sienta. Me siento yo también. Y saco nuevas fotos desde esa altura de liliput. El barrio sigue siendo igual de feo desde esa altura y desisto de buscarle un atractivo. 
  Los padres de una de ellas vienen a recogerlas y recuerdo que aún me queda una hora de trabajo y otra de autobús hasta llegar a mi casa, de donde salí hace 14 horas. 
  Como si lo hubiese planeado, no tengo un minuto de soledad cuando sale del ascensor Javier Abad, a quien no reconozco porque está oscuro y parece que ignoro cuando bajo la cabeza a apuntarle como simple usuario de la infraestructura. Veo que el individuo se acerca y, dada la oscuridad y el barrio, pienso que ya estoy en líos y que, encima, ya he llamado a la policía para una tontería. Pero se queda en el susto.
  Por fin llega la hora de irse y me libro de otra retaila de caras largas en el autobus porque me acerca a casa. Y feliz como una perdiz llego, abro la puerta, asomo la cabeza por el comedor y veo a mi madre en las mismas que esta mañana pero en "versión sofá". Le comento lo bien que vive y voy al cuarto. 
  La magia no existe y Satán me ignora así que mi cuarto sigue hecho una mierda y ningún alma caritativa me ha hecho la cama por compasión. "¡Vagas!" grito adornándolo con sollozos falsos y dramáticos con total intención de que me oigan pero sabiendo que les entra por Montera y sale por Aranjuez.
 Voy a la cocina, abro el frigorífico y me lo encuentro encantadoramente lleno. Me emociono pero no me gusta nada de lo preparado y no me apetece cocinar, Me giro con esperanzas hacia la cazuela que hay en la encimera y levanto la tapa. Ahora llega la estampa más bonita del día: POLLO EN SALSA DE ZANAHORIAS. Le haría 200 fotos pero prefiero comérmelo.
  Por fin abandono la cámara, ceno tranquilamente y me voy a dormir a las 23:00. 
  Sí, un sábado a las 23:00, ¿Por qué?: ¡Porque llevo despierta y trabajando 16 horas y media, un sábado!

Cristina.

Sunday, September 30, 2012

Historias de mercado





 Para esta práctica me piden una historia, y la verdad es que historia no hay ninguna. Todas son iguales y ninguna es parecida. 
Nada más y nada menos que sacar una historia de un mercado, ¿y cuál eliges? ¿Y cómo sabes que has acertado si no la sabes todas? Y no llegas a todas y la que tienes no la escuchas.

Al principio, me dediqué a dar una vuelta. Me pareció que ninguna historia que sacase de allí sería diferente a la que se puede sacar de cualquier mercado: Una mujer con una niña de unos cinco años y en un carricoche un lactante intentado acabar su lista de tareas antes de las 12:00 a.m.  Un soltero desaliñado al que le falta solamente un ingrediente para el plato que tiene planeado.Una dependienta que se tuvo que levantar a las 5:00 a.m. a recibir su mercancía. Un jubilado o un señor en proceso de desempleo con una extensa lista de la compra esmeradamente realizada por su señora y amante esposa. Una amante esposa con el suficiente garbo de bajar a sus quehaceres y que aún le ha sobrado vitalidad para emblusar a su marido y privarle del Gran Premio de motos que televisan hoy.




Cada historia podía ser increíble y a la vez ser increíblemente decepcionante. Yo me fijé en las casualidades de la vida y las disposiciones de la gente. Me encontré con una señora de mediana edad, el pelo canoso y corta estatura en la carnicería del piso superior. Trataba amablemente al dependiente, pedía las cosas por favor y preguntaba con reserva. Pagó de buen grado y se despidió con una sonrisa. Incluso, en cierto momento, me pidió disculpas tras desestabilizarme en el momento justo de una foto. Se fue contenta y, yo juraría, que esa mujer volvería por el puesto cuando volviese a estar necesitada de productos cárnicos. 
Me quedé un rato más en el mismo puesto y pude ver como el amable dependiente no mostraba tal condescendencia con el cliente como antes. Puede ser cansancio o puede ser que el propio cliente no te saluda igual, o, incluso, puede ser una de esas historia que siempre desconoceré sobre un pedido meticuloso con el que hubo protestas y desacuerdos. El caso es que no se preguntaron ni por la familia ni por futuros planes, que pidió, pagó y se fue.
Cambie de objetivo y me fui al piso de abajo. Ya había estado antes echando un primer vistazo y algunos trabajadores ya te miraban con resignación. De hecho, una de las dependientas de la pescadería se puso de espaldas y me pidió que le avisara si salía en el encuadre para apartarse un poco más. 

Llegué a un puesto de fruta y decidí repetir unas cuantas fotos que no me había convencido en resultado pero sí en concepto. Allí me encontré con la canosa mujer de mediana edad. Ahora era ella la poco condescendiente. Estaba poniéndole inconvenientes a que un melocotón más se pasase del kilo y uno menos no llegase y hacía a la dependienta cambiar de melocotón a fin de que el peso se aproximase lo máximo posible a su pedido. Desistió al llegar a una aproximación bastante aceptable y declaró que aún necesitaba más tipos de frutas pero que ya miraría en otro lado y pidió el recibo. 



Yo me quedé pensando qué razón le llevaría a cada una de estas personas a comportarse así. Pues desempeñando la misma función, -vender/comprar-, no la desempeñan del mismo modo ante la misma gente.

 ¿Es la gente tan complicada como para variar en el modo de realizar una acción tan simple? 



Cristina.


Saturday, September 22, 2012

Que no sea cierto




CALLAS

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

OJOS VOLADOS

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, 
y te pareces a la palabra melancolía.

DISTANTE


Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

LA NOCHE


Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

ANILLO

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

MUERTO


Cristina.