En los últimos meses encuentro difícil
pensar en comienzos sin pensar en finales.
Cuando un problema acaba, otro empieza.
Quizá no para uno mismo, pero para otra persona. Cuando abres las
cortinas por la mañana y encuentras el sol, en algunos sitios cae la
sombra. Algunos descubren lo que es dar vida el mismo día que otros
encuentran la muerte.
Y si ambas cosas ocurren siempre
simultáneamente, ¿qué debemos celebrar?
Por un lado, empezamos el día sabiendo
que acabará, pasará, y quedará en el olvido. Te planteas empezar
una relación con alguien especial por que puede que acabe y,
seguramente, por como funciona la sociedad últimamente, va a acabar
y vas a querer que acabe hasta que dentro de unos años mires para
atrás y pienses por qué lo hiciste tan mal. Y esta pregunta no se
queda en tu vida amorosa.
Llega un día que piensas por qué no
empezaste a hacer un trabajo que no te convencía y por qué no lo
dejaste antes. Por qué compraste ese sofá si había uno más
barato. Cómo se te ocurrió comprarte un coche si querías otro.
¿Deberías haber emigrado a otro país en busca del éxito? Si no
hubieses comprado tal cosa, ahora conservarías ese dinero que te
hace tanta falta...
Todo ello comenzó y acabo y te
cuestionas si fue lo correcto porque se te ha olvidado el motivo por
el que lo hiciste o, en realidad, es que te acuerdas del motivo y
sabes que no era el correcto. Pero lo que sí que se te olvida es que
ERA TÚ RAZÓN. La tomaste. Ahora quédatela y no te culpes: si te
gustó, bien; si no te gusto, no la vuelvas a tomar. Pero nunca
decidas no volver a tomar decisiones. Porque la vida es eso. Son
decisiones que tomas y se encuentras con decisiones y eso es lo que
te lleva a otras. Imagina que tomas una decisión y acaba donde
empieza... ¿Qué sentido tiene? ¿Cómo vas a tomar otra? Casi que
tomar una decisión nueva se debe a que la anterior no ocurrió como
planeaste, porque si salió bien se habría cerrado el caso y
vivirías en un eterno ¿ahora qué?
Y si llegas al ahora qué... ¿has
acabado?, ¿es un comienzo? Es lo que tú quieras que sea hasta que la
vida te diga que acabaste. Pero no olvides que lo tendrá que decir
la vida. La única decisión que no debes tomar es la de acabar
porque nunca volverás la cabeza hacia atrás y dirás “uy, esta
decisión no fue la acertada”, pero vas a dejar a un gran número
de personas repitiéndose esa frase durante esas vidas a las que ellos
no van a poner fin.
Recuerda siempre por qué actúas, por
qué actuaste. Recuerda que puedes cambiar todo lo que te desagrada
menos una cosa. Porque todo es comienzo y final simultáneo pero si
acaba tu vida no empiezas tú una de nuevo.Yo aquí dejo constancia de un lugar donde muchos perdieron la vida y a donde otros muchos, actualmente, acuden porque les da la vida.