Saturday, September 8, 2012

Articulación Flotante

  Es infinita. Simplemente eso. En esta práctica nos han pedido que escribamos entre 500 y 1000 palabras sobre los efectos o sensaciones que despierta en nosotros esta escultura pero yo sólo puedo decir que es infinita. Llevamos años viviendo en Pamplona. La vuelta del Castillo lleva en Pamplona desde antes de que el hombre hiciese flautas con huesos, seguro. Hemos pasado miles y miles de veces por delante y no hemos visto esta escultura. O la hemos visto, sí, pero no la hemos mirado.

   Yo fui a mirarla el martes pasado. 

  Primero la vi de lejos y pensé que no encontraría seis fotos decentes y diferentes la una de la otra. Saqué unas cuantas fotos y me acerqué. En este momento empezó lo complicado. Yo sabía de la existencia de esta escultura desde hacía años, como he dicho, la había visto. Siempre me había parecido un círculo en un cuadrado de cemento bastante grande. No es que no lo considerara arte, pero me parecía más una excusa artística. Ahora que la miraba, no sabía por donde pillarla. Sí que tiene el círculo, pero le sigue un cuadrado, una curva inferior, una especie de ala... Infinita, sí. Porque no es posible captarla en una sola foto y, a la vez, hacerlo significaría devaluarla. Es un querer cogerlo todo y no poder, y a la vez, no querer. Saqué fotos de más cerca. Me habría gustado tener una escalera para ponerme a la altura de aquel acero corten y a la vez, sentía que eso quitaría notoriedad a la creación. 


 Si está elevada sobre el cuadrado, es para verse desde abajo, insuflar grandeza. Me pareció que las curvas no acababan nunca, y a la vez, esas curvas son trazos cuadrados y rectangulares. Lo pienso ahora y no paro de reafirmarme en que la escultura tiene un sin fin de lecturas, formas, principios y finales. Tiene una ventana que es a la vez curva y cuadrada y que te da la sensación de que te estás asomando a algún lugar. 
  Dependiendo desde donde mires por “la ventana”, tu mirada puede ir a parar al duro corten, o puede acabar admirando alguna de las curvas y formas. Al acercarme más, empecé no solo a fijarme en la forma, sino también en la textura. Si cogiésemos la escultura y la moviésemos a un museo o a otra ciudad, sin duda, más de un experto no presentaría problemas en determinar que proviene de una exposición al aire libre en cuya localización son frecuentes las lluvias. El acero corten no presenta, en su inicio, ese descaste tan prominente. Se nota, por las marcas del desgaste, por donde gotean los restos de lluvia. 
   Así que, esta obra de Aizkorbe despierta un interés brillante a quienes buscan la lógica en las representaciones. Porque pueden encontrarla en su geometría. Representa el caos para los que busca expresión en el arte. Y para los que quieren arte histórico, pues que miren las leves marcas del temporal pamplonés en su superficie, y vean que de historia también habla. 

¿No es realmente infinita en sus posibilidades?



Cristina.


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